Apenas tardaba en cerrar el anterior post cuando algo sucedió. Algo que podía haber sido terrible. Y es que delante de mis ojos un gato se cruzaba ante la circulación con esos ojos y despiests que solo los gatos tienen. Y de repente, todo dependía de mi. Frenazo, coche calado en medio de la calzada, trastos volar, un bote de cocacola derramado en los zapatos. Y si, el gato sale ileso. Sólo ese par de segundos consiguieron hace de ayer un buen día. Y es que el tiempo tiene esas cosas.
Os dejo con el gato de Simon. Guiño, guiño. Sonrisa.
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Jailai!