Mis ojeras son tan oscuras y profundas que ya llegan hasta ti.
Tu aliento, el esquivo acento que me deja la penúltima calada de este cigarro.
Años pasarán y te seguiré odiando, apenas segundos tras la tormenta.
Y seguiré huyendo. Y seguirás ahí.
Maldito seas tu, y tu podrida alma de ojos verdes.
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Jailai!