miércoles, 25 de noviembre de 2009

Celebremoslo



25 de noviembre. Día español dedicado a la denuncia de la violencia de género. Día de la mujer. Frágil, hermosa, delicada mujer. La mujer. Harpía miserable, meretriz de sus formas, despiadada compañera, carcelera de su propia mente. Día de la mujer. Celebremos hoy el día de las madres, las abuelas, las hijas y las hermanas. De las madres de burka y chador, de las abuelas de veneno y rosario, de las hijas de ablaciones y pernada, de las hermanas de proxenetismo y mercancía.
Celebremos lo pobres que somos hoy. Y, vaya, ayer también. Y mañana. Pobres de espíritu, de carácter e identidad. Pobres cenicientas atolondradas, las de mercadona y las de bufete. Celebremos que nos siguen gustando los niños malos, los que dice Tote y los que dice la tele. Celebremos esa curiosa intuición femenina que desecha el consejo del amigo por el del chulo del barrio. Celebrémoslo. Ponga una Bratz en su vida, oiga usted, que se mantiene sola, de aire como los globos. Y fíjese que como complementos trae un par de botas rosadas, una argolla de buey con purpurina y un lápiz de labios russian red. Y no se preocupe usted, que puede amoldarla con poco de fuerza que haga. Y si no le gusta, tirela y compre otra, que tiene usted todo el derecho… Y qué demonios! El deber!!

Yo no tengo hija, que sentencia su padre. Si hubiera estudiado no le hubiera pasado esto! Señalan los familiares. “Nadie se lo podía imaginar, no discutían en público nunca!” Disculpe usted, atenta vecina, pero esa joven que acaban de encontrar en el vertedero era jurista, era administrativa, era policía, era peluquera. Y mire usted, lamento decepcionarla quitándole las razones, pero no tiene nada que ver. Ser víctima no tiene que ver con eso. Pero el sentido común, la educación o la libertad de elección siempre se quedan atrás frente a la sensación de pertenencia, la desesperación y la dependencia todas creadas casi siempre por ese gran sol que resulta ser nuestro amado niño malo. Celebremos lo débiles y estúpidas que podemos ser. Va.

Machista, llámeme usted. Dígalo por ahí ahora que ya lo sabe. Y dígalo porque fui antes persona que mujer. Dígalo porque yo soy licenciada, y fuerte, y mujer. Y vaya por dios, también encontré mi sol dorado de ojillos aviesos y malos modos, ese que tanto nos gusta a las chicas. Ese que nos hace hacer, permitir y soportar dislates imposibles, humillaciones impensables. Llámeme machista, pero sé lo que me digo. Recuerdo y no olvido. Y tuve suerte porque pudo ser mucho mucho peor.

Celebrémoslo hoy. Mañana no, que el calendario dice que no toca. Pasado las madres, hermanas, abuelas o hijas andarán comprando muñequitas Bratz a sus prójimas. Yo también juego con muñequitas, pero cambie las Bratz por las historietas de super heroinas jugando ahora a que soy una de ellas. Celebrémoslo hoy, no sea que se me olvide lo que me jure no olvidar jamás.
Creo que no consigo decir lo que quiero. Ahora prefiero escuchar, que me quedo con lo de El Tote.


2 comentarios:

  1. Dicen que nos gustan los niños malos porque creemos que con todo nuestro amor conseguiremos que cambien... Nadie cambia, jamás. Y eso sólo lo descubres con el tiempo. Yo también tuve un niño malo, ya sabes, parecido al tuyo, que también, afortunadamente desapareció, o mejor dicho, desaparecí yo...

    Espero que llegue el día en que no haya que recordar que debemos ser iguales, porque significará que ya lo somos, sin serlo, ese es el encanto.

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Jailai!