sábado, 27 de marzo de 2010

Cara de Keanu

Este es Keanu Reeves en el salón de su casa, intentando poner su cara de "dar discursos" ante sus amigos imaginarios en agradecimiento por el Oscar que recibió el pasado marzo (que en realidad es la maqueta de cartón piedra que robó de la puerta aquella madrugada, al más puro estilo Homer).

Tras esto, señalar con la misma intensidad que pone este actor en sus papeles que esta es la entrada número 100 de este mi tercer blog desde que empezara en septiembre de 2007. E igual que le ocurre a él, tengo la misma "cara de culo". No, mentira, me ha servido para encontrar puros entes de creatividad, inspiración, sentido común y si, reconfortadores de almas. También he encontrado espantajos de troll pero me han dicho que es normal. No son muchos los que me suscriben ni me interesa, no concibo este sistema como un quid pro quo comentarista tal y como expliqué hace algún tiempo. Da igual.

Llevo días sin venir por aquí ni por ningún otro lado.
En estos días se he salvado el mundo hasta en tres ocasiones (y el lunes pienso hundirlo yo), hago yoga y bebo infusiones (sin alcohol, quién lo diria) a fin de no volver a tirar de ansioliticos; tengo 30 vecinos en el farmville, que es una cosa que utilizo como herramienta de espionaje y que si os lo explicara os tendría que matar. Ando leyendo "Los viajes de Tuf" de George R.R. Martin y he regalado otros tantos libros, un bajo de más de mil euros que espero que me sirva de regalo de compromiso (ups!), me han pedido que escriba la letra de una composición, me he hecho fan del grupo "Queremos que Españoles por el Mundo vayan a ver a Richard Alpert", soy fan de Glee y mañana pienso preparar un Wellington de Ternera. Y todo eso sin red.

Ah, si. Y esta tarde he acompañado a mi hermano a que lo vistieran y maquillaran porque hace de esclavo tirando del trono de la Reina de Saba en las procesiones de esta noche. No por nada en especial, solo porque se lo pidieron los amigos. Esta mañana salían en los periodicos no por procesionar sino por la invasión de "negros" en los bares del pueblo. Ejem. En mi pueblo las procesiones funcionan así. A su manera, es divertido.


No sé, intento ponerme al día, intento saber hacia donde dirigirlo todo, este blog, pero aún ando desubicada y maltraida. Detesto pasar en el coche cada día más de 3 horas y no tener tiempo para nada, nadie. Detesto no poder aportar nada de lo que pretendí desde aquel primer blog.
Supongo que, al fin y a la postre, si que tengo la cara de Keanu Reeves intentando agradecer un premio con la resignación de saber que nunca lo ganará ante sus amigos imaginarios.

Me voy a mi sesión de yoga y luego, si eso, me emborracharé.

pd: Quiero esta camiseta. La quiero. Y a vosotros también, pero solo consigo poner cara de Keanu.


viernes, 19 de marzo de 2010

Póngame más Gayman, por favor.

*Ilustración de Chris Ridell

Recuperándome ando todavía de los últimos días en los que mi futuro laboral y el de mis compañeros dependían de mi trabajo como último eslabón de una gran e inepta cadena. He de seguir, pero gracias al cielo, alguien quiso hacer de este fin de semana un momento aún más largo para reponer energías y perderlas leyendo en la cama, por ejemplo.
Esta mañana tempranito cogí mi ultima adquisición literaria -miento, me la regalaron- y se me han hecho las 2 de la tarde. Y es lo que tiene Gayman, que no puedo dejar de leerlo, a dios gracias.

El Libro del Cementerio, de Roca Editorial, una novela juvenil editada a finales de este año pasado en la que Neil Gayman vuelve a dejar parte de su magia en un buen montón de páginas, esta vez todas llenas de letras, en narrar la historia de Nadie, un bebe que, huyendo del asesino de sus padres, acaba siendo adoptado por los residentes del cementerio que hay junto a su casa. Vamos, Gayman en todo lo suyo.

Con ilustraciones de Chris Ridell en la edición que tengo en mis manos, que incluyen la portada del libro -Dave McKean ilustra la edición americana (ver ilustración inferior), que me parece más acertada que la de Ridell-, este dulce de libro es justo lo que uno necesita para olvidarse de este mundo lleno de crueles y traicioneros vivos y reconfortarse en la paz y la estabilidad que ofrecen los muertos. Lo que viene siendo Gayman haciendo suya una versión macabra de El Libro de la Selva de Kipling.



En cualquier caso una lectura más que recomendable, sencilla y nada compleja, pero no por eso carente de sorpresas ni la constante sensación de extraña incomodidad y desazón ataviadas de naturalidad que tan bien maneja Gayman.

Si he conseguido llamar vuestra atención, ahí van las cincuenta primeras páginas de este relato, por cortesía de la propia editorial.

Y ya, que me veo que me va a dar un jama y me temo que empezaré a cantar canciones de Cindy Lauper como respuesta más lógica a lo que me esta pasando por la cabeza. Prometo ser más comunicativa.

martes, 16 de marzo de 2010

Tea's ready!

Pues mira, que ya me he cansao de tanta realidad y tanta polla, que una no tiene paciencia para estar siempre deprimida y cargando con el peso del resto de la humanidad mas cercana. Voy a llamar ahora mismo a Bicycle Repair Man, que me saque del apuro, que ya esta bien, hombre ya.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Las cosas que he visto con los ojos cerrados



He visto a dos mujeres pelearse por una camiseta vieja que alguien tiró al contenedor.
He visto como a nadie parecía importarle.
No he visto Avatar, ni Nine, ni casi ninguna película de alfombra roja. Ni me importa.
He visto los primeros quince segundos de una nueva vida.
He visto el último acto de una vieja vida.
He visto, también, los últimos minutos en vídeo de Poquito jugando con Natillas.
He visto cuántos días hacen falta para recordar todos los pasillos de un gran Hospital.
No he visto, sin embargo, a nadie que se preocupe realmente por los que llevan tanto tiempo allí.
He visto crecer dientes, clavar uñas, ganar canas, acariciar cabellos y llorar por todo ello.
He visto como el horno de mi cocina sirve para algo más que guardar bandejas.
No he visto a un solo político, dirigente, estadista o mandamás que me haga creer en la polis.
He visto como agentes del orden se miraban las palmas de las manos vacías, impotentes.
He visto los rostros de la gente cuando ando por la calle, rostros y vidas que no describiré para obligar a quienes creen saberlo todo a que se bajen del coche oficial.
He visto, qué cosas, a gente encontrando trabajo a jornada completa.
Y finalmente he visto el color de la fe, que no es otro que el que se enmarca en tus ojos y me protege del frió y el mundo.

Estas y muchas cosas más he visto con los ojos cerrados; cegados de lágrimas, polvo o vergüenza. Y aún a riesgo de que se me caigan, pienso seguir mirando.



* Picture of Rafa Navarro